Algo más de lo que pidió el fiscal pero “insuficiente” para la familia de la
víctima
Finalmente fue conocida la sentencia que recayó sobre Óscar Perales por el
asesinato de su ex mujer, Rosa Galera, en la localidad de Fines en el mes de
mayo de 2011 cuando ésta se dirigía a la Escuela Taller donde se formaba en un
curso de cocina. La sentencia redactada por la magistrada Lourdes Molina,
ponente del tribunal y presidenta de la Audiencia, castiga al acusado con la
pena más alta posible tras el veredicto del jurado popular que tuvo en cuenta la
colaboración con la justicia del asesino confeso. Diecinueve años por asesinato
más dos años y medio por tenencia ilícita de armas para el asesino, mientras que
para el encubridor y amigo de Perales, Francisco Javier Rangel F. la sentencia
determina un año y nueve meses de cárcel. De esta manera, según el abogado de la
acusación particular “se ha cumplido con las penas previstas, luego de que el
jurado no haya considerado el agravante de alevosía y estemos por encima de lo
que pedía el Ministerio Fiscal”. Por su parte el padre de la víctima Julio
Galera, confesó a La Comarca su “decepción con la pena impuesta al asesino de mi
hija. No entiendo cómo no han considerado que haya habido ensañamiento, luego de
que le pegara dos tiros y le cortara dos veces con un cuchillo, uno de los
cortes intentando degollarla”. La familia podría estudiar recurrir la sentencia
“ya que no ha sido lo que esperábamos”.
El Ministerio Público ha mantenido su petición de 21 años y seis meses de prisión por un delito de asesinato para Oscar P.F., el hombre de 36 años y vecino de Fines (Almería) acusado de acabar con la vida de su expareja sentimental, Rosa Galera, a quien supuestamente disparó en el interior de un vehículo y posteriormente degolló, hechos por los que los dos miembros de la acusación particular solicitan la pena máxima de 25 años de cárcel.
Así se ha ratificado en la última sesión de la vista oral con jurado que ha tenido lugar este miércoles en la Audiencia Provincial de Almería en la que el principal acusado se ha dirigido a la sala para asegurar que los hechos por los que se le juzgan han ocurrido "en contra" de su voluntad. En esta línea, ha manifestado sus "disculpas" a la familia de Rosa Galera y en especial, a su madre, a quien le ha dicho sin mirarla que lo sentía mucho.
Por su parte, la defensa del principal encausado ha defendido que los hechos por los que se juzgan a su patrocinado son constitutivos de un delito de homicidio en el que, según ha expuesto, deben concurrir además varias eximientes y atenuantes como la anomalía psíquica y toxicomanía, el estado pasional, trastorno mental transitorio y la reparación de daño, al entender que colaboró para hallar el cuerpo de la joven.
Según ha mantenido el fiscal, el acusado preparó a primera hora de la mañana del 30 de mayo de 2011 el asesinato y que, con la "clara finalidad de acabar con su vida", tomó una pistola de fabricación artesanal, que cargó con dos proyectiles de 12 milímetros, y una navaja.
A continuación, salió a la calle y abordó a Rosa Galera cuando circulaba en su turismo por el Polígono Industrial de Fines. Ella detuvo la marcha y, "confiada en el recto proceder" de su marido, permitió que entrase en el coche y se sentase en el asiento del copiloto.
Tras esto, reanudaron la marcha hasta que él le mandó parar recorridos unos cuantos metros. Según el Ministerio Público, una vez estacionado el vehículo, el procesado "puso en ejecución sus designios criminales" y "de forma sorpresiva e inesperada para la víctima, que nada pudo hacer por defenderse", le disparó a quemarropa a la altura del abdomen. Cuando ella estaba "aturdida", Oscar P.F. asió la navaja y la degolló.
Así, la Fiscalía sostiene que el procesado se deshizo presuntamente de su cadáver enterrándolo en una cueva ubicada en un paraje "inhóspito y deshabitado" del municipio de Tabernas, situado a más de 50 kilómetros de su pueblo, para lo que contó con la colaboración de F.J.R.F., para quien el fiscal pide 2 años y nueve meses de prisión, mientras que su defensa ha solicitado la libre absolución al entender que no cooperó con los hechos sino que actuó motivado por "el miedo" hacía el principal acusado.